Tercer Premio
UN KILO DE LENTEJAS
Cuando yo era niño, mi madre esparcía el kilo de lentejas sobre el hule y mis hermanos y yo nos aplicábamos a la labor de escogerlas. Nos repartíamos aquella curiosa geografía que formaban las legumbres; apartábamos una región y pacientemente escudriñábamos si había un terrón, un resto de cascarilla o alguna piedrecita. Mi madre nos había enseñado a distinguir lo bueno de lo malo y eso nos permitía retirar, sin dudas ni vacilaciones, todo aquello que pudiera arruinar el estofado de lenteja. ¡Qué fáciles eran las cosas entonces! Abro ahora el paquete de lentejas. No tengo que volcarlas sobre la mesa ni detenerme a separar las semillas de la paja. Las lentejas están limpias y todo es ahora más rápido y más cómodo; sin embargo, he dejado de tener las certezas de aquel niño que fui un día. Nada me parece ahora enteramente blanco o enteramente negro. Hace ya mucho tiempo que perdí la inocencia y en mi pensamiento no hay una ley que separe el bien del mal de forma incontestable.
Nombre: María José Toquero del Olmo
Valencia