FINALISTA
Llevaba ya muchos años de estudios, clases de modales y protocolo, networking con la más alta alcurnia, gimnasia, clases de cocina de fusión, estilismo… todo estaba pensado, preparado desde su más tierna infancia para conseguir al príncipe más azul del planeta. No había rival posible. Así que cuando apareció aquel chico despistado buscando a quién le valía el zapato de cristal más hortera que había visto en su vida, puso el grito en el cielo. ¿Pero qué era eso? ¿A quién se le podía ocurrir tal despropósito? ¡Un zapato horrible! Ni probárselo quiso. Luego se enteró de que otra contrincante había conseguido al suyo a base de besar ranas. Pero el colmo fue cuando hasta una tipa que llevaba cien años durmiendo a la sopa boba le ganó también la partida. Desde entonces dicen que anda encerrada en una torre, dejando balancear las trenzas a ver si alguien pica. Mientras, sus amigas le intentan convencer que, en realidad, no existe gente azul, ni ser princesa es un chollo, ni el faisán sabe mejor que las lentejas.
Esther Gómez Babín, Madrid