A punto de cumplir trece años, Diana le pregunta a su padre.
– Papá, ¿qué pasa con las personas cuando se mueren?
A Pablo, su padre, le encantaban las preguntas imposibles de su hija, que le recordaban que ya no era tan pequeña, y que seguía haciéndose preguntas como antes.
– Cuando morimos, hija, vivimos en el corazón de quienes nos quieren.
Diana guardó silencio como guardan silencio quienes escuchan atentamente.
– Y cuando se mueren quienes nos quieren, ¿qué pasa con nosotros?
Pablo sonrió, como sonríen los padres que saben que cualquier respuesta que den desembocará en una nueva pregunta.
– Pues nos pasa como a aquella lenteja que plantaste de pequeña en un vaso de yogur, ¿te acuerdas? De ella creció una planta que dio más lentejas, que a su vez germinaron otras plantas, que crearon más lentejas. La primera de ellas no lo sabía, pero era infinita y vive y perdura en cada nueva planta.
Diana se acercó a su padre. Lo rodeó con sus brazos. Y entornando sus ojos hacia él, le preguntó:
– Entonces, ¿yo soy tu lenteja, papá?
– Y yo la tuya, Diana.
Autor: Mario Ratasi Sánchez, de Castilleja de la Cuesta (Sevilla)