Me volví a presentar a otra entrevista. Odio intentar parecer lo que no soy, pero necesitaba ser aceptado. Rellené el formulario que me facilitaron en el Ministerio de Agricultura esta vez con cierta inventiva: si bien soy de Salamanca referí ser natural de Palencia (Comarca Cerrato), y tampoco fui muy exacto en lo referente a mis medidas y estructura. Sé que buscaban otra cosa, pero quería llegar a la entrevista personal. En la sala de espera me comparaba con otros candidatos y verdaderamente no encajaba; hasta el funcionario que me indicó que esperara mi turno creyó que me había equivocado de proceso selectivo. No era la primera vez que me pasaba y ya estaba hasta los cotiledones, que en el formulario indiqué que efectivamente eran amarillos. Tampoco soy ligeramente astringente, lo reconozco.
Buscaban lentejas de Tierra de Campos para la IGP. Yo quería ser aceptado por el cupo excepcional del 2% según marcaba la normativa del ministerio. Ni mi piel era parda ni presentaba puntos negros en la piel.
Llegó mi turno y crucé la puerta. El funcionario me dirigió una mirada por encima de las gafas y dijo:
– Es usted un garbanzo!
– Pedrosillano, señor. Vengo por el cupo.
Autor: Julio González Pérez, de Oviedo (Asturias)