Qué clase de abuela sería si no hiciera cualquier cosa por su única nieta, así que le robó horas al sueño para que la joven fuera la más elegante del baile de Nochevieja. Tampoco le importó que los últimos retoques al vestido se alejaran mucho de lo que consideraba estético. «Me habré quedado anticuada», pensó.
Cosió y cosió sin cuestionar las instrucciones recibidas hasta cumplir los deseos de la muchacha, que quedó paralizada al ver el resultado final.
—Mamá, la abuela entendió mal, me ha cosido lentejas al vestido —susurró.
—Pero tendrías que ponértelo igualmente, cariño, ya sabes el empeño que ha puesto.
La joven asintió sin dudar. Haría lo que fuera por su abuela. Justo antes de salir hacia el baile, se hizo las fotos de rigor. Su abuela la contemplaba pensando: «Original es original, pero sin duda habría quedado mejor con lentejuelas».
Autor: Ramón Ferreres Castell, de Barcelona