I.G.P. Lenteja de Tierra de Campos

Segundo Premio: «Recuerdos de León»

Todavía tengo vívidamente grabada en mi mente aquella visita, que nunca sospeché que sería la última. Brisa fresca de invierno, suave entre los carrizos secos de la llanura. Un escalofrío al sentir el contraste del airecillo caliente de la casa cuando se abrió la puerta. Y unos ojos oscuros, llenos de ternura y limpieza, beneméritos, pero al mismo tiempo, en sutil combinación maravillosa, enérgicos y de carácter. Yo iba a ver a su esposa, gran amiga mía. Extraordinaria mujer, digna de un hombre extraordinario. Fragancia de hogar, de esas que no da ningún perfume, sino la pulcra nobleza de la modestia y, acaso, el amor encendido. En la mesa, unos platos humeantes, en vajilla translúcida, como las pupilas de ambos. Unas lentejas, preparadas para un paladar enamorado por unas manos enamoradas. Las comí como comería néctar del olimpo, rociadas por el cariño de aquel bravo leonés y su esposa. Último obsequio amigable de quien habría de caer poco después. Asesinado. Con él, asesinaron el encanto de su casa. Sí; he vuelto a comer lentejas otras veces… pero veo que ya no me gustan. Creo que he descubierto por qué. Les falta algo. Les falta un ingrediente. Les falta aquel amor.

Autora: Lucía Menéndez Brustenga, de Arguiñano (Navarra)

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Narrado por David Sentinella